[+] Era obvio que había
llamado su atención. Y no iba a mentir, había sido desde el primer
día; esos cabellos dorados y sus ojos castaños junto a su tez
blanca y tenue ejercían sobre él una atracción difícil de
contrarrestar. La había visto por primera vez el día de la
presentación cuando todos habían formado un gran círculo para
conocerse unos a otros; sin embargo, no había tenido siquiera la
oportunidad de hablarle.
A lo largo de los
siguientes días, se dejó llevar por la esencia mágica de aquel
lugar de ensueño con algunas de las mejores personas que había
conocido. Pero, la debilidad humana le exigía querer más. Aunque lo
negara abiertamente. Intentó no intentar nada; estaba muy bien así.
Y ya tan solo
quedaban unos 5 días para que ese sueño de carne y hueso llegara a
su fin. En su cabeza todavía rondaba la idea de disfrutar, sin
molestar a nadie y empaparse de esa cultura que tanto le fascinaba.
Por otro lado, había conseguido que su corazón se quedará ahí
dentro en el pecho, como si fuera de hielo, sin molestar. O por lo
menos hasta ese momento.
Se sentía como
corriendo contracorriente. Ni siquiera era lo suficientemente
consciente de lo que hacía; todo había surgido como un impulso,
algo incontrolable. Había perdido el control de su corazón. Había
perdido el control de sí mismo.
Como por arte de
magia, se encontraba nuevamente en la misma sala de la que hacía
escasos segundos había huido. Buscaba a un lado y a otro como un
perro de caza después de que su dueño le de la señal que tanto
ansia recibir. No le importaba si tenía que quedar sin aliento, no
le importaba si se perdía en medio de la búsqueda; solo le
importaba ella. Levantó la vista, aunque ya no veía. Era una fuerza
extraña, que lo atrajo hasta aquel banco de madera, dipuesto para
observar la grandiosa vista a través de la antigua cristalera. Y
allí estaba. No salieron más muestras de afecto que unas sonrisas.
Unas sonrisas limpias y sinceras que anunciaban lo que pasaría ese
mismo día...
Era una de las
mejores personas que había conocido, llena de valores e
inteligencia, de esas personas que saben escuchar pero que también
saben hacerte callar. Una persona con mucho tiempo para aprender
todavía, pero sobre todo, para enseñar porque, la edad no es una
prueba de todo lo que sabemos sino una pista de todo lo que nos queda
por aprender, y ella sabía como nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario